OBRA
No calientes lo que no te vayas a comer.
AÑO
2018
TÉCNICA
Papel, ceras, carbón,.
IMPRESOR
Unica
DIMENSIONES
70 x 200 cm
DESCRIPCIÓN:

Fula en Cuba, es dinero, billete de curso legal, pero el billete grande, el que sirve para comprar en los diplomercardos, el que aceptan en Tropicana o en el Hotel Nacional. El otro dinero, el peso cubano, eso es fulastra, y sirve para resolver donde no llega la cartilla de racionamiento, para comprar ron chispatren o pagar en algún cabaret popular como el Oasis.
Y así estaban las cosas en la isla, hasta que apareció un artista plástico, con una máquina de hacer dinero en la mano izquierda y se puso a fabricar fulas de 13 cucs, de 33, de 26 e incluso de 50 y 100 pesos convertibles.
Para darles más apariencia oficial, se inspiro en las tres grandes fuentes de recursos de la actual economía cubana: los iconos de la revolución, las jineteras y los músicos.
Como un perfecto profesional de la falsificación, el artista inundo de fulas, las salas de exposiciones, las salas de fiesta y las salas de espera, que es básicamente en lo que se han convertido las calles de La Habana desde la crisis de los balseros.
Y esos billetes que por su tamaño recuerdan el premio de un torneo de tenis del Grand Slam, me los encontré colgados en la entrada del Teatro Carlos Marx un día de concierto con mi amigo Raúl Paz.
Lo siguiente fue conocer al gerente de semejante emporio, y comprar de golpe 3 de las fulas que más me impactaron y así me convertí en un accionista inesperado de una economía que lleva años a punto de la suspensión de pagos.
Como coleccionista, ocasiones así son irresistibles, como aficionado al arte contemporáneo, en esos óleos, dibujos, gouaches... pude admirar el talento para el dibujo y el color, el influjo pop de la gráfica y los artistas cubanos de los años 70 y 80, el street art americano y un sin fin de influencias que sobrevuelan el suelo donde por las noches bebe, pinta y luego pisa y se pasea, el dueño de nuestro banco central de las fulas: JAVIER GUERRA.
Parece que como a principios del siglo pasado cuando Toulouse Lautrec, Bonnard o Vuillard, llenaron las calles y las medianeras de París de carteles alegres y coloristas, otros artistas como Bansky, JR o el propio Javier Guerra, salen en este nuevo siglo, a provocar y a descubrirnos su arte fuera de las ferias, las galerías o los museos.
A ver si conseguimos entre todos que la calle, los bares, los vestíbulos de los teatros y cualquier espacio público, sirva para algo más que para pasar de largo.
Mientras tanto mi consejo es que inviertan en estas fulas, no se las aceptaran para comprar porcelanas porno de Cicciolina, ni merluzas en formol, pero tendrán billetes que si no fueran por su tamaño a uno le gustaría poder llevar en el bolsillo; en cualquier caso, ARTE, riqueza menos efímera que el dinero de curso legal.