OBRA
Raisa
AUTOR
AÑO
2020
TÉCNICA
Acrílico
DIMENSIONES
110 x 110 cm
DESCRIPCIÓN:

Raisa
Nació en Minsk (Bielorusia) el 21 de octubre de 1960. Hija de una familia de militares del Pardito Comunista de la Unión Soviética fue la hija mayor de dos hermanos.
Raisa todavía conserva algunos recuerdos de su infancia que ya la vinculaban con su futuro destino en la isla grande del Caribe.
Con la invitación a un café cortico endulzado con dos cucharaditas de azúcar, enseña intacto un álbum de cromos, “El Albúm de la Revolución” que le trajo su padre con motivo de su visita a Cuba.
Sergei Sergeevna, era un ingeniero militar especialista en plataformas de lanzamientos de misiles, que fue destinado a la ciudad de Encrucijada cerca de Sagua La Grande, dentro la de la conocida como “Operación Anadir”, el operativo soviético que entre junio y octubre de 1962, instaló en la isla de Cuba hasta 9 bases de misiles nucleares de corto y medio alcance.

Lo que el mundo conoció como la “Crisis de Octubre” fue uno de los momentos donde la humanidad estuvo más cerca de una guerra atómica.
Kennedy y Khrushchev consiguieron reconducir el conflicto y a cambio de desmontar el arsenal balístico que los soviéticos habían despegado desde Pinar del Rio hasta Santiago de Cuba, los americanos renunciaron a alentar y financiar invasiones como la fracasada de Bahía de Cochinos en 1961.
Los misiles se fueron, pero los “bolos” (como conocen a los soviéticos en Cuba) se quedaron.
No fue el caso de Sergei, que regreso a Minsk con algunos recuerdos y una cierta admiración para ese pueblo amistoso y "bretero", con el que convivió en esos seis meses que permaneció en Encrucijada.
Raisa parece que cayo en el embrujo que su padre trasmitió a la familia y años después cuando ya cursaba estudios en la Universidad de Minsk, conoció a Camilo, un lindo afrocubano que fue becado para estudiar Ciencias Técnicas, carrera que era un grado superior al de Ingeniero y que desgraciadamente nunca puedo ejercer en su regreso a Cuba.
El noviazgo continuó por carta y a pesar de la oposición de su madre, Raisa que ya había dado a luz a un "mulatico" al que pusieron por nombre Bladimir (con el consiguiente escandalo en su blanquísimo barrio de Leninsky), compró un pasaje para aterrizar con su hijo en La Habana unos meses antes del éxodo del Mariel.
Raisa y el ingeniero Camilo se instalaron con Bladimir en Esperanza, una hacienda familiar cerca de Villa Clara, que acogió con alegría al hijo, al nieto y a la nuera soviética.
La exótica rusita que ya había avanzando mucho en el conocimiento del español, enseguida se prestó a organizar una escuela para enseñar su idioma a los estudiantes cubanos.
Durante años y hasta el "desmorongamiento" del bloque comunista la escuelita de Raisa sirvió como preparatorio de los muchachos y muchachas cubanas que eran becados para estudiar en la Union Sovietica
Camilo no pudo ejercer nunca la carrera que con tanto esfuerzo estudio en Bielorrusia, desarrollo eso si un ingenio para los motores de los aviones que permitían reducir a la mitad el gasto de combustible, pero la alta inversión necesaria justo en el momento en que la URSS desaparecía como patrocinador del régimen cubano, lo obligo a emplearse en otros oficios como "alpinista industrial" de Etecsa, la compañía de teléfonos cubana o chofer en la funeraria Las Villas.
Raisa sigue soñando que algún día, tendrá su propia casa fuera del núcleo familiar, cree que aunque han pasado cerca de 40 años desde su llegada a Cuba, todavía no ha echado raíces, piensa que es una "matica" que puede llevarse algún día un viento huracanado del Caribe.
Sin embargo fuera de Esperanza, solo conserva a un hermano que vive en Francia, de los Sergeevna ya no queda rastro en la ciudad de Minsk.
Ha sido mujer de un solo hombre, esposa, madre, ama de casa, maestra por compromiso revolucionario y una expatriada que ya no volverá a pisar Oktyabrskaya, la calle de su infancia, ella que salió pensando que un día iba a ser reina.