
OBRA
La China
AUTOR
AÑO
2020
TÉCNICA
Acrílico
DIMENSIONES
110 x 110 cm
DESCRIPCIÓN:
La China.
Le dicen la "China" pues sus ojos rasgados cuentan la historia de una ruta que todos reconocemos como triste drama de infortunios. “Lo trajeron engañado como un chino” así decimos en Cuba de los asiáticos que vinieron como esclavos a trabajar en la construcción del ferrocarril de la isla.
Hoy sin embargo cuando aterrizas en La Habana (con letrero de Bienvenido en mandarín) tienes la sensación de que el régimen de Xi Jinping ha decidido comprar la isla.
Xiaomei nació en Zanja y Hospital, un 30 de enero de 1989 en una pequeña casita con puerta a la calle que hoy sirve de comedor a cuanto trabajador pasa hambriento, husmeando, algo barato que comer en pesos cubanos.
La China estudió para Auxiliar Gastronómico en la Escuela de Artes y Oficios en La Habana Vieja, se casó con un lutier que se ahogó en el mar tratando de llegar a Miami en el verano del 2006. Viuda con tan solo 17 años se dio a los amoríos furtivos con canadienses y nórdicos, pues, en su modesta opinión, los cubanos siempre la abandonan, "los cubanos quitan y no dan ná".
Su abuela vende arroz frito a domicilio y su abuelo, unos raros postres chinos, almibarados y exóticos.
Los padres de La China se fueron a Miami en el 2013 gracias al famoso “bombo” –el sorteo de visas de diversidad que concede Estados Unidos a los cubanos residentes en la Isla- ella tuvo que armarse de paciencia y quedarse en Cuba cuidando a Li de la Concepción, su hermano menor, quien hasta no cumplir 18 años, no pudo ser reclamado por sus padres.
Xiaomei, gracias a la visibilidad que el régimen cubano quiere dar a sus lazos con el gigante chino, trabaja como aduanera auxiliar en la Terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana.
La delgada y hermosa joven, mezcla de asiática con negra, se ganó holgadamente la vida con los “regalos” que consigue como aduanera, sobre todo cuando la destinan a la zona “nada que declarar” del Aeropuerto.
Hace poco más de un año, de camino a casa, fue abordada por un barbudo de mediana edad, que se presentó como pintor y que la invito a posar para una serie sobre mujeres cubanas en uniforme, que incluía cantantes, "jineteras" y funcionarias del régimen.
Javier Paz el pintor, le realizó un mural en carbón y acrílico, de 2 x 1 metro, en un estilo próximo al "street art", y junto a Celia Cruz, Omara Portuondo, Elena Burke, Hayla y enfermeras, medicas en misiones, “caballitos” –policías de tráfico-, y militares completó una suite que fue expuesta en los espacios más diversos de La Habana (foyer de teatros, paladares, cabarets en pesos cubanos… ).
La obra de La China fue seleccionada por un marchante italiano que preparaba una colectiva de artista jóvenes, para una exposición en Venecia.
Una vez completado el registro de salida de las obras en Bienes Culturales, el tramite en la Aduana reveló que una de las obras guardaba un parecido asombroso con Xiaomei, lo que provoco tremendo alboroto entre sus compañeros.
La sorpresa se convirtió en flechazo, hasta el extremo de que La China improviso sobre la falta de un cuño, para impedir que el "guacal" de las obras y el italiano pudieran embarcar en el vuelo de Air France.
Esa misma noche y todavía con el uniforme y las inconfundibles medias de rejilla, Xiaomei arreglo una cena en la pizzería de el "Farallón" con el sorprendido y galante marchante veneciano.
La China se ha convertido desde entonces en una experta en arte cubano del conocido como “periodo especial” –1989 / hoy-, y por cuenta de la Galería "Il Minotauro", le llegan italianos amigos de su marchante, que ofician de mulas de artistas cotizados como Raul Martinez, Sosa Bravo, Mendive, Kcho, Leyva, Los Carpinteros, Kadir Lopez, Estereo, Tamayo y por supuesto Javier Paz, el artista que convirtió su retrato en un pasaporte.
La “paciencia china” en este caso fué tan valiosa como un cuadro de Canaletto.